El mundo llora y sangra en esa herida imposible de cauterizar. Jamás se cerrará la grieta en los corazones de millones de fanáticos de todo el planeta, porque Diego Armando Maradona murió en el plano físico, pero continúa latente en el alma de infinidad de personas.
La activación del juicio para determinar las responsabilidades y posibles culpabilidades en la partida del mejor jugador de la historia provocó un reverdecer de la angustia. Los ojos de todo el globo terráqueo se direciconan a ese tribunal en San Isidro en el que se desarrolla la acción.
Además de las lágrimas de Dalma y Gianinna Maradona, del enojo genuino de Verónica Ojeda, uno de los puntos salientes en cuanto a la atención de la sociedad se centra en Leopoldo Luque, el médico personal de Diego en sus últimos años de vida y sobre el pesa una de las mayores denuncias.
El hombre sorprendió con su radical cambio de apariencia, que se destaca por un crecimiento de masa muscular inusitado, que prácticamente lo transformó en irreconocible. Así como se quitó la barba, acudió a lentes. Nadie supo explicar a ciencia cierta este viraje en el look.
En medio de la primera audiencia, Luque protagonizó un episodio repudiable, que se viralizó con fuerza por todas las redes sociales. La cuestión se basa en la actitud violenta que ejecutó con un periodista que lo filmó en los pasillos de los tribunales, durante un receso.
En el video, Leopoldo se acercó con un lenguaje corporal amenazante y le espetó: “¿Me estás filmando? ¿Por qué? ¿Te autorizaron vos para hacer eso?”. El comunicador le respondió con respeto: “Estoy simplemente tomando registro”. Sin ánimos de consensuar, el médico retrucó: “¿De dónde sos?”. Y luego le pegó a la cámara al grito de: “Me tenés que pedir permiso, pelotudo”.