Esta vez será diferente. Cinismo al palo y más ajuste en camino

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Un viernes recargado de sucesos en materia económica y monetaria. Luego de conocerse la aceleración de la inflación de marzo y después de los anuncios de Caputo sobre la desaparición del cepo y la aplicación del sistema de bandas cambiarias a partir del lunes, Milei salió con un discurso para intentar sembrar algo de tranquilidad. Con su enfoque clásico a la hora de realizar una cadena nacional, el presidente dejó entrever el oscuro panorama que se aproxima para los trabajadores del país.

Esta vez verdaderamente sí es diferente”. Fue una de las frases que Javier Milei utilizó en su discurso a la hora de celebrar la aprobación del nuevo programa con el Fondo Monetario Internacional. Pero esas palabras pintan de cuerpo entero el contenido que tuvo la cadena nacional dada por el presidente pasadas las 22 horas.

Como en los anuncios del DNU 70/23, el de la Ley Ómnibus o el de la Ley Bases, la escenografía colocada en esta ocasión fue la misma. Como siempre, el presidente, a la hora de dar este tipo de anuncios, pone a sus funcionarios más fieles a sus espaldas, y en esta ocasión no fue diferente. Karina Milei y Guillermo Francos figuraron como sus colaboradores más cercanos. Obviamente, las otras figuras, como Luis Caputo, Martín Menem, Manuel Adorni o Sandra Pettovello, también se encontraban en primer plano. Pero lejos de buscar alguna importancia en la ingeniería a la hora de pensar en el efecto a causar con estas puestas en escena, esta foto servirá para recordar a los principales responsables de la miseria a la que están condenando a la mayoría de los trabajadores del país.

Dejando de lado estas construcciones comunicacionales, lo importante para analizar se centra en el discurso leído por el presidente a lo largo de 20 minutos. Con un viernes sobrecargado de anuncios (una dinámica común en una crisis), en el que la inflación terminó quebrando parte de su camino de desaceleración constante, además de que horas después el ministro de Economía anunció el fin del cepo cambiario, Milei se encargó de cerrar la semana con la idea de tranquilizar la situación. Ya con por lo menos dos meses de turbulencias constantes, el gobierno, el próximo lunes 14, con la apertura matinal de los mercados, conocerá el desenlace o el principio de este nuevo momento, en donde los primeros diagnósticos a los que uno se puede aventurar a dar no son nada favorables para los que nos encontramos fuera de los sectores concentrados de la economía.

¿De qué habló Milei?

Con una inflación nuevamente disparada (3,7% en marzo) y con una devaluación cercana al 30% del peso luego de los anuncios por parte de la cartera de Economía, el presidente salió a dar una explicación de todo lo sucedido.

El nuevo acuerdo con el FMI, la eliminación del cepo cambiario, la flotación entre bandas del dólar, la inflación de marzo y las perspectivas por parte del oficialismo estuvieron incluidos en las palabras de Milei.

Durante los primeros minutos, en esta puesta en escena libertaria, el presidente se dedicó a festejar el saneamiento macroeconómico, generador del actual orden fiscal, monetario y cambiario. Un escenario entendido únicamente desde la perspectiva oficialista. A continuación, no se olvidó de saludar y agradecer con las siguientes declaraciones a los responsables de que sucediera esto: “También quiero agradecerles a aquellos actores de la dirigencia política que sí entendieron el proceso de cambio que estábamos viviendo, sin mezquindades ni condicionamientos”. Y puntualizó con lo siguiente: “Por ejemplo, aquellos 87 héroes que defendieron el superávit fiscal (en referencia a los diputados que apoyaron el veto a la reforma jubilatoria), defendiendo los vetos que fuimos forzados a realizar para frenar la demagogia populista de algunos otros”. Un festejo ajeno para la mayoría trabajadora. Toda la película atada al superávit fiscal fue conseguida casi única y exclusivamente a costa de un violento ajuste del bolsillo de los trabajadores, donde los recortes en áreas sensibles del Estado fueron fundamentales para que las cuentas sean claras para una pequeñísima porción de argentinos, de los cuales la mayoría ni siquiera tributa en el país. Los recortes en salud y educación, los despidos de trabajadores estatales, la motosierra sobre las asistencias sociales, el ataque obsceno a las jubilaciones y la suspensión de las obras públicas fueron algunos puntos principales para que el oficialismo libertario pueda presentar el superávit fiscal como una victoria. Situación que, con el paso del tiempo, queda más floja de papeles.

Para el presidente, en este orden de cosas, Argentina queda como un alumno ejemplar a los ojos del mundo. Y ahora, con la quita del cepo, se terminan de ordenar las cosas, situación que permite al gobierno acordar con el FMI un nuevo programa de ajuste y entrega.

Por todo esto, con el acuerdo recién aprobado por el board del Fondo, Milei no se ahorró en elogios para todos y cada uno de los que componen el directorio de este organismo, además de agradecer especialmente a la directora gerente, Kristalina Georgieva. Sobre este mismo tema, también aclaró sobre el nuevo programa que: “es la primera vez en la historia que el Fondo aprueba un programa que no es para financiar la transición de una macroeconomía desordenada a una ordenada, sino para respaldar un plan económico que ya ha rendido sus frutos”. Una formulación extraña a la hora de hablar sobre el contenido de un programa del que no se conoce la letra chica, aunque, por los anuncios de Economía, las exigencias del organismo ya se pusieron en marcha y los primeros efectos se avizorarán en la mañana del próximo lunes.

Luego de hacer culto sobre la entrega del país a la usura internacional, Milei buscó explicar el diagrama económico que tendrá el país a partir de los desembolsos provenientes del FMI, de otros organismos crediticios y el dinero de los REPO del BCRA. Con la obtención de todos estos fondos frescos, para el gobierno las reservas del Central se van a fortalecer. Según explicó el presidente, la táctica es la siguiente: “Este programa, entre Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, BID y un REPO del Banco Central, asciende a 32.000 millones de dólares, de los cuales 19.600 millones serán desembolsados de modo inmediato. De esta manera, para el mes de mayo, las reservas brutas del Banco Central estarán en torno a los 50.000 millones de dólares”. Y todo esto en función de que “el dinero que ingrese al Tesoro nacional, el mismo lo usará para cancelar su deuda con el BCRA. Es más, dado que estos títulos no cotizan a paridad, la deuda bruta del Tesoro caerá”. Una vez más, se mantiene la idea de que ese dibujo contable entre el Tesoro y el Banco Central haría reducir la deuda, además de que lo contraído con el Fondo no se tendría en cuenta a la hora de sumar los pasivos. Un análisis exclusivo de la realidad libertaria.

En el discurso del presidente tampoco quedaron afuera los sucesos mundiales luego de los aranceles anunciados por Trump. Según Milei, con este escenario que fue describiendo en la cadena nacional, Argentina está muy bien equipada para no autoinfligirse daños y también para soportar las tensiones de la economía global. Una mirada optimista, sobre todo cuando la reconfiguración del mundo recién comienza. Hasta antes de esta crisis, las inversiones no llegaron como lo esperaba el gobierno, y en este nuevo contexto de tensiones económicas, todo plantea que el capital financiero vuelque sus inversiones a plazas más conservadoras. Por lo tanto, es poco probable que, en este escenario de crisis, la lluvia de inversiones se establezca en un país que poco le puede garantizar al capital mundial. Salvo la entrega de territorios y la explotación de los mismos para obtener ganancias de commodities, cuyos precios se encuentran hoy a la baja.

Pasando el meridiano de su discurso, se refirió al problema en la cuenta corriente del país, es decir, el desorden que existe entre lo que se importa y exporta. Con el cinismo que caracteriza a este gobierno de ultraderecha, la solución para esto no se encuentra ni aumentando impuestos para repartir la carga del ajuste, ni devaluando, sino solo con la reducción del Estado. En estos 16 meses de gestión del libertario, la reducción del Estado no afectó a ningún tipo de casta, solo a trabajadores. Y a la hora de referirse a lo relacionado con la devaluación, es casi un insulto a todos cuando, pasadas unas horas de los anuncios de Caputo, lo que se presentó con bombos y platillos fue una depreciación de nuestra moneda cercana al 30%.

Ya finalizando, el presidente se refirió a la inflación de marzo publicada por el INDEC. Para el equipo libertario, el 3,7% de marzo tiene un culpable y se llama Martín Guzmán, el exministro de Economía en el gobierno de los Fernández. Si bien es casi una burrada hacer estas afirmaciones, Guzmán no se encuentra libre de culpas: sin la legalización de la estafa macrista que él oficializó, hoy este escenario tal vez no existiría. Pero, volviendo a los dichos del presidente, según este, la inflación del mes pasado es producto de la discusión sobre el nuevo acuerdo del FMI en la Cámara de Diputados. Para el mandatario libertario, la aprobación de ese cheque en blanco, que pretende condenar a una década más de ajuste fondomonetarista al país, no tendría que tener discusiones que generen climas volátiles.

Ya para cerrar el discurso, Milei intentó dejar un clima esperanzador para los distraídos: “Tendremos un país en el que salir adelante sea fácil para el que hace las cosas bien. Tendremos un país en el que, con esfuerzo, con trabajo o con talento, le alcance a cada uno para poder perseguir su proyecto de vida. Y comenzará así una era dorada para todo aquel que quiera prosperar en el suelo argentino. Que pondrá a la Argentina nuevamente en el lugar que se merece en la economía global, como un ejemplo de libertad y de prosperidad”.

La realidad contra el discurso de Milei

Para Milei, todo es color de rosas o toda marcha exactamente como ellos planean. Lo que puede ser así si tomamos como objetivo la aplicación de un ajuste que reviente a las mayorías trabajadoras y los sectores populares, la entrega y destrucción de nuestros territorios, y además, la entrega de nuestra soberanía e independencia al ponernos a las órdenes de organismos como el FMI. Pero, como se describió más arriba, todos esos objetivos solo responden a la necesidad de una pequeña porción de habitantes de nuestro país.

El próximo lunes se pone en marcha un nuevo ataque al poder adquisitivo de las mayorías, con esta nueva devaluación del 30%, haciendo que en menos de un año y medio el peso vuelva a perder valor en relación al precio del dólar. A partir de la semana que viene, la desaparición del cepo y la utilización de las bandas solo responderán a las exigencias, reiteradas, del FMI y algunos sectores empresariales del país. Mientras que, del otro lado, las consecuencias de estos movimientos terminarán derivando en un nuevo aumento de la inflación, aunque la gestión libertaria niegue esta realidad.

El deseo de un camino tranquilo hasta las elecciones se le ha vuelto sinuoso al gobierno, pero los desembolsos anunciados tal vez le den un poco más de aire, a costa de continuar dinamitando las condiciones de vida de todos los trabajadores. Por todo lo que significa esto, el gobierno y todo lo que lo rodea no va más. Mientras Milei, Caputo, Bullrich, Villarruel o quien sea que salga de la caterva de libertarios sigan a la cabeza, el ajuste violento, la profundización de la represión y las intentonas de encaminarnos a un régimen más autoritario van a estar a la orden del día.

La oposición tradicional ya se encargó de demostrar, tanto política como sindicalmente, que no tiene intenciones de frenar al gobierno. Es por esto que la discusión por poner en pie una alternativa política de los trabajadores y para ellos se vuelve crucial para terminar con este panorama.

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