El aumento del salario mínimo para 2025 está en un momento de suspenso. Esto, debido a que Gobierno, empresarios y trabajadores no lograron un consenso antes del 15 de diciembre, fecha en la que se dio el primer vencimiento para establecer la cifra. Esto, precisamente, ante los números que pretenden las partes. Por un lado, los gremios de empresas piden que sea de 5,2%, mientras que los sindicatos laborales exigen que sea de 12%.
Ante la tensa situación que se vive, el presidente de la Asociación Bancaria y de Entidades Financieras de Colombia (Asobancaria), Jonathan Malagón, expuso varios argumentos para que el alza sea conveniente para el presente y futuro económico del país.
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Por medio de una columna de opinión titulada “Una negociación responsable” para La República, el dirigente expresó que, a lo largo de 2024, la economía colombiana atravesó un proceso de reactivación paulatina, en el que se evidenció un renovado dinamismo en el consumo y la inversión. Remarcó que en esta fase de reactivación las tensiones inflacionarias continuaron su descenso, mientras que las expectativas convergieron de manera progresiva hacia niveles próximos al 5%.
Sobre esto, recordó que la situación permitió al Banco de la República proseguir con su ciclo de reducciones en las tasas de interés, que ya suma una disminución de 350 puntos básicos (está en 9,75%), lo que a su vez fomenta la actividad económica.
Para él, este contexto, que resultará en un crecimiento aproximado del 1,8% para el total del año, establece las bases para que en 2025 se materialice la recuperación. Esto, teniendo en cuenta que el mercado anticipa que el próximo año la inflación se alineará con su objetivo establecido, proyectando un crecimiento próximo al 3.0%.
“Esta meta se facilitará, entre otros factores, a través de la implementación de estrategias como el Pacto por el Crédito, que en su primer trimestre ha evidenciado un cumplimiento del 121% en el otorgamiento de desembolsos. Este optimismo debe ser sustentado por las iniciativas de los diversos actores, con el fin de que, de manera sinérgica, unan sus esfuerzos para fomentar esta deseada reactivación”, escribió Malagón.
Aseguró que uno de los componentes fundamentales de este proceso es la negociación del salario mínimo, en la que participan el Gobierno, los empleadores y los empleados. Sugirió que es imperativo considerar tanto la dinámica inflacionaria, cuyo punto de referencia en este caso es del 5,2%, como la evolución de la productividad, con el objetivo de lograr un ajuste del salario mínimo que sea congruente con la realidad macroeconómica del país.
Dijo que se llevan a cabo debates en torno a la cifra de Productividad Total de los Factores (PTF) divulgada por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), que se proyecta alcanzará un 1,73% en 2024. Al respecto, subrayó los esfuerzos de esta entidad por adoptar de manera efectiva los estándares internacionales de medición y aplaudió su disposición para llevar a cabo mesas técnicas que involucren a analistas y centros de pensamiento, promoviendo así una comprensión más profunda de las cifras.
Para él, “es fundamental que, en el contexto de las deliberaciones destinadas a alcanzar un consenso, se evalúen las repercusiones que tendría un aumento del salario mínimo que exceda los parámetros técnicos establecidos sobre el mercado laboral”.
Por lo mismo, anotó que es importante considerar que un incremento de un punto porcentual (pp) en el salario mínimo, en términos reales, genera presiones inflacionarias ascendentes de entre 10 y 20 puntos básicos (pb), al tiempo que influye de manera negativa en la capacidad de creación de empleo, particularmente, en el sector formal.
“En relación con este último aspecto, es importante señalar que, a pesar de la desaceleración económica observada en 2023, el mercado laboral ha demostrado una notable resiliencia. Esto nos impulsa a conservar los avances logrados y a colaborar de manera concertada para disminuir aún más la tasa de desempleo y los índices de informalidad”, agregó.
Y reconoció que el propósito fundamental de la mesa tripartita debe ser el de lograr un consenso que fomente el crecimiento económico, estimule la creación de empleo formal y genere confianza en los mercados.
Sobre la situación, sostuvo que el debate sigue teniendo la capacidad de evidenciar que Colombia puede progresar por medio de consensos y diálogos responsables que resulten en beneficios para todos los sectores de la sociedad.